WE ARE READY TO BE RECOGNIZED when the judgement of the other's becomes invisible. Frente a la honra y la deshonra de una dialéctica irresoluble, la voluntaria esclavitud por el reconocimiento del otro va drenando los fluentes de lo originario. Sea de maestro o bien sea de esclavo, la mirada ya no es más el encuentro, sino el campo de batalla de las sombras que el dominio levanta ante el abismo del dolor. ¿Estamos listos para ser reconocidos? En la esfera de la libertad, terreno de la realización de sí, los hilos que tiran de uno y otro lado balancean nuestro merodeo. Y encarnamos Hamlet una y otra vez en el sostén de la avaricia de la razón del éxito. Sin embargo, el temple se alimenta con el retroceso. Es la espera que un paso de distancia prudencial otorga, cuyo silencio da origen a la advertencia de su propia música. Ahí es entonces cuando la aporía del poder se desarma. Porque sólo la interioridad amorosa nutrirá de vida lo que no puede ser hallado en alguna parte. Calla en el silencio y el retiro. Calla incluso de ti mismo. Que no habrá razones que justifiquen el retorno, y sólo así, finalmente, algún otro tomará la forma de morada.
