DE BOSQUES Y MÁSCARAS


El presente trabajo de técnica mixta, de 70 x 90 cm, fue realizado en el marco del concurso de pintura In situ de Salto del Laja 2003.

El tema general propuesto estuvo dirigido a tomar de referencia la naturaleza del lugar e integrarla de manera libre a la figura humana. Así, el camino en medio del bosque que nos lleva a la playa de río fue el paisaje escogido, y la fantasía de un universo psíquico la integración de la figura humana en la composición.

¿Qué es lo que perciben nuestro ojos en la penumbra? ¿Qué es eso que intimida nuestra imaginación cuando nos encontramos ante lo difuso? ¿Acaso seremos herejes de nuestra propia suerte, que no podemos dejar a un lado por la obstinación de anticiparnos a lo diverso con máscaras nuevas y siempre inquietantes? ¿O serán estas máscaras, lejos de una herejía, tan sólo voces de un mismo yo versátil cuyos sentidos toman identidad en formas siempre cambiantes, voces que se han agolpado en nuestra memoria y que su volver a escena a través de estas formas o máscaras es fundamento de significación de la trama que constituye nuestro presente inmediato?
 

Dice Merleau-Ponty en el artículo “El hombre visto desde afuera[1] :
El contacto de nosotros mismos con nosotros mismos siempre se hace a través de una cultura, por lo menos a través de un lenguaje que recibimos desde afuera y que nos orienta en el conocimiento de nosotros mismos. De tal modo que finalmente el puro sí, el espíritu, sin instrumentos ni historia, si realmente es como una instancia crítica que oponemos a la lista y llana intrusión de las ideas que nos son surgidas por el medio, sólo se realiza en libertad efectiva mediante el instrumento del lenguaje y participando en la vida del mundo.[2]

 
 
No existe una vida entre varios que nos libere de la carga de nosotros mismos, nos dispense de tener una opinión; y no hay vida “interior” que no sea como un primer ensayo de nuestras relaciones con el otro. En tal situación ambigua donde nos vemos arrojados porque tenemos un cuerpo y una historia personal y colectiva, no podemos hallar un reposo absoluto, incesantemente debemos trabajar en reducir nuestra divergencias, explicar nuestras palabras mal comprendidas, manifestar lo que está oculto de nosotros, percibir al otro. La razón y el acuerdo entre los espíritus no está a nuestras espaldas, presuntamente se hallan adelante, y somos tan incapaces de alcanzarlos definitivamente como de renunciar a hacerlo.[3]



VAZ

[1] Perteneciente al libro El mundo de la percepción, Siete conferencias. Edición y notas de Stéphanie Ménasé. Traducido por Victor Goldstein. Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2003.
[2] Op. cit., p. 54.
[3] Op. cit., p. 55.

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