AUTORRETRATO, 2000

 Durante mi paso por la escuela de arte, la imaginación y el mundo onírico comenzaron a insistir subrepticiamente para su aparición como tema de mis trabajos. Si bien desde el año 1997 nuevas imágenes se incorporaron a mi repertorio perceptivo e imaginativo, es en el ámbito del grabado por el año 1999 y 2000 donde las técnicas y los procesos de taller, tanto en xilografía, grabado en metal y serigrafía, dieron paso a la exploración de todos aquellos personajes nuevos para mí.

Este incipiente estado anímico perceptivo ingenuo, envuelto como en una nube de sutiles imágenes disueltas y en permanente transformación, es lo que la presente agua fuerte busca retratar. En el marco de un ejercicio de taco perdido, este grabado en metal de 30 x 57 cm, de una tirada restringida de 4 copias, es un autorretrato que da cuenta, no sólo de mis rasgos de acuerdo a cierto nivel de certeza de los trazos del dibujo, sino también de la íntima y profunda vinculación que en ese momento empiezo a establecer con lo perceptivo, imaginativo y expresivo. Este trabajo por tanto, representa un momento de descubrimiento y despertar personal, plenamente biográfico, y su valor para mí se encuentra circunscrito a este sentido.

Pero, alejándonos de la ligazón afectiva que me vincula a él, podemos decir en términos generales que el siguiente trabajo muestra un dibujo sencillo y limpio de un rostro femenino, con una composición bastante extraña, por no decir errada, en un formato vertical curiosa y exageradamente alargado. Además, participan en la composición figuras que no llegan a ser, como formas, trazos, y pulidos que más bien ofrecen una atmósfera imaginativa en vez de un contexto espacial determinado.

Así, podemos ver que las curiosidades aquí mencionadas dan cuenta de la oportunidad de la exploración que la misma propuesta exige, en la novedad de su tema que se une a la novedad del formato y de su composición. En lo onírico, como es sabido, todo parece responder a una lógica latente a nuestra comprensión, pero que no nos es ni será desvelada de modo directo. Nos incorporamos a ella como sumergidos en un placer o displacer que nos orienta según el caso, o en la afamada independencia anímica en el mejor de los casos. Así, la bruma imaginativa de sustancialidad efímera, ingrávida, fuera del orden de los fenómenos de la vigilia, abraza la percepción calma del soñante, que con ecuanimidad atiende los movimientos y secuencias de aquello que aparece.
 
VAZ


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